La gran oportunidad de Nicaragua

Álvaro Quintana Duarte
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Estamos de frente a la grandeza, frente a la única oportunidad en nuestra historia de aplicar Justicia, lograr la Libertad y la Democracia verdadera, bajo el cielo Azul y Blanco, con la unidad de los hombres y mujeres de buena voluntad. 

En Nicaragua ya se dio el precedente de la toma del poder mediante un Gobierno de Transición en 1979, que se encargó de la derrota total, estructural e irreversible de la dictadura de Somoza, con el apoyo del pueblo, de los EEUU y la comunidad internacional (Resolución de la OEA, 24 Junio 1979). No hubo una salida constitucional. Hubo una salida insurreccional. 

En 1979 hubo una insurrección armada y una mentira con la cual se engañó al mundo entero y Nicaragua cayó bajo el yugo de la esclavitud de la dictadura sandinista.

Hoy la gran diferencia es que tenemos una insurrección pacífica, con la Verdad que conocemos y que nos dará la Libertad conforme Juan 8:32: “Conocerán la Verdad, y la Verdad os hará libres”.

Hoy tenemos una oportunidad única en nuestra historia de mejorar el precedente de 1979. Hoy tenemos el apoyo del pueblo. Debemos buscar el apoyo de EEUU, la OEA y la comunidad internacional. Debemos unirnos formando un Gobierno de Transición con un Plan de Nación. Hoy tampoco tenemos por qué buscar una salida «constitucional». Hoy debemos implementar una salida insurreccional cívica, pacífica, organizada. 

Debemos impulsar la opción que ni el sandinismo, ni el orteguismo, ni el gran capital, ni los corruptos, quieren considerar, porque no conviene a sus intereses.

Como decía Maquiavelo: “No hay nada más difícil de emprender, más penoso de conducir o más incierto en su éxito que introducir un nuevo orden de cosas, porque el innovador tiene como enemigos a todos aquellos que han prosperado en la vieja situación y sólo como tibios defensores a quienes pueden beneficiarse de la nueva”.

No nos engañemos ni seamos demagogos. Nicaragua enfrenta una profunda crisis nacional como nunca vista en nuestra historia, muchísimo más grave que la crisis de 1856 con la Guerra Nacional en contra del filibustero William Walker.

La verdadera solución es un nuevo orden. Hay que arrancar todo de raíz y sembrar un nuevo árbol. Parchar es parchar: es un orteguismo o un sandinismo con o sin Ortega. Es permitir que los filibusteros del presente sigan asesinando y saqueando impunemente a nuestro pueblo.

Este Gobierno de Transición se encargaría de disolver el actual modelo socio político y económico de plutocracia dictatorial y oligopolio existente en alianza con el Gran Capital, con la restitución de los bienes mal habidos, aplicando Justicia. También se encargaría de emprender profundas reformas institucionales con vistas a una nueva Constitución.

Si se pudo en 1979, hoy también se puede. En 1979 no fue la insurrección armada el factor decisivo para la toma del poder. Fue el apoyo del pueblo, de los EEUU, de la OEA, y de la comunidad internacional lo que hizo posible la derrota de la dictadura somocista. Hoy podemos emular y mejorar ese precedente. 

Solo así podremos formar el nuevo Estado Democrático de Nicaragua, con profundos valores morales, siendo Cristo Jesús nuestra única verdad.

Llegó la hora de rebelarse ante la historia y ante la realidad actual, de ser un punto de inflexión histórico, un punto de cambio. Llegó la hora de decirle al Gran Capital Nicaragüense, al Movimiento Renovador Sandinista y su aliado, la dictadura Orteguista, hasta aquí. ¡Basta ya! 

De no hacerlo, Nicaragua se perderá para siempre, al apagarse la luz en la Mitomanía que impide conocer o sacar a relucir la Verdad que nos haría libre, al continuar en la antítesis de la mentira que nos convierte en esclavos.

Por eso le pido a Dios que no aremos en las arenas del desierto ni sobre el mar ni en la tierra de Nod. Debemos romper el ANATEMA O MALDICIÓN del sandinismo, del orteguismo y del gran capital. Está en juego el futuro de Nicaragua y las generaciones futuras. Que Dios bendiga a Nicaragua. 

“El sonido del Shofar es sonoro, retumbante y diáfano.” ¡El que tenga oídos para oír que oiga!

Álvaro Quintana Duarte

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