Otro rescate de la verdad (comparaciones odiosas): las dictaduras somocistas versus las tiranías destructivas y sanguinarias del FSLN

<< Estamos peor, mucho peor, bajo una tiranía putrefacta, fuera de toda comparación con cualquier otra no solo de Nicaragua sino de la América continental. Este engendro patológico esquizofrénico y sanguinario es de otra dimensión, de una dimensión de salvajismo, superstición, oscurantismo e irracionalidad. >>

Las expresiones «Igual que en el Somocismo» y «Como  en el Somocismo» se han convertido en los clichés clásicos de muchos simplistas quienes, sin molestarse en analizar dos situaciones no análogas, dificultan la discusión y la comprensión del drama nacional. Son sofismas sin valor.

La Rumania de Ceaucescu tenía tan poco en común con la Uganda de Idi Amin, –siendo ambas dictaduras–, como el Somocismo lo tiene con el Sandinismo aparte de la coincidencia geográfica. 

Con el elemento común de la conservación del poder a cualquier precio, ambos sistemas dictatoriales tuvieron periodos diferentes con distintos matices de apertura y de represión. 

<<El Somocismo, –y lo pueden atestiguar quienes lo vivieron–, fue, comparado con los regímenes del FSLN, y a pesar de los abusos, una “dictablanda”, muy lejos de la monstruosa crueldad generalizada de las dictaduras, implacables y crueles, del “partido de la revolución”.>>

Del Somocismo dictatorial crudo y primario de Tacho I, –ya infinitamente menos brutal que el de sus contemporáneos Trujillo y Pérez Jiménez–, se pasó al Somocismo progresista de Luis y luego al ensayo de Somocismo tecnócrata de los Minifaldas de Tacho II –(el gabinete de gobierno de 1967, fue por mucha diferencia, el más capaz de la historia de Nicaragua)–, proyecto abortado por la avaricie desatada por el terremoto, desembocando en el Somocismo de guerra del tiempo de conflicto.

Exceptuando los periodos de crisis espasmódicas como el asesinato del fundador del clan y la fase final del conflicto 78-79, el Somocismo, –y lo pueden atestiguar quienes lo vivieron–, fue, comparado con los regímenes del FSLN y a pesar de los abusos, una “dictablanda”, lejos de la monstruosa crueldad generalizada de las dictaduras, implacables y crueles, del “partido de la revolución”.

El Sandinismo de la primera fase dictatorial (no ha habido otro tipo de fase, solo grados de crueldad represiva) se transformó de FSLN-castrista-mitómano, aspirante y copia burda de una Cuba en estado de descomposición, siempre totalitaria y opresiva a este engendro de sistema de cacicazgo tribal-familiar cleptócrata en que ha degenerado el FSLN de hoy. 

La primera fase dictatorial del FSLN camuflaba su naturaleza criminal con «principios revolucionarios» prefabricados a la carta y eslóganes demagógicos. Disfrazaba su incultura con una mezcolanza cacofónica incoherente de ideologías fracasadas.  Esta segunda fase del FSLN ni siquiera se tomó esa molestia. Se desenmascaró tal como es desde su fundación, en su esencia, como nihilistas, sedientos de poder y de sangre, supersticiosos, ignorantes, sádicos y amorales, así como saqueadores voraces del patrimonio nacional. Los primeros robaban bancos, estos se robaron el país…aliados con los banqueros. 

A quienes llegados a este punto comienzan a gritar escandalizados «esto es una apología al somocismo», les sugiero dejar de leerlo y dedicarse a otras cosas más confortables para ellos porque a continuación leerán algunas verdades demostradas y «comparaciones odiosas» que desafían el dogma social y políticamente aceptado.

Aspecto por aspecto, las diferencias entre Somocismo y Sandinismo, entre dictablanda y dictadura son más marcadas que sus similitudes

Aspecto Social:

Durante el periodo Somocista se lanzaron las políticas sociales más progresistas de la historia del país incluyendo la fundación del INSS y una legislación laboral innovadora. Esas reformas perduraron en el tiempo y siguen, en espíritu, cuando no en la letra, vigentes. Se promulgaron, más que se aplicaron, pero su promulgación fue un avance significativo.

Las políticas sociales del FSLN tienen objetivos oportunistas y proselitistas. Su demagogia hace que sus aparentes beneficios (aun en el caso de la grotescamente manipulada alfabetización) fueran temporales, frágiles, insostenibles, incapaces de perdurar y desaparecen tan pronto la urgencia política que las impulsó pierde prioridad.

Aspecto Económico:

El régimen somocista produjo el periodo más prolongado de estabilidad, prosperidad, crecimiento y desarrollo económico conocido a la fecha en Nicaragua. Esto no es una opinión, esta afirmación está sostenida por cifras verificables  y estadísticas que no mienten. Se dio el primer paso de la aún inacabada transición del agro a la industria y a los servicios así como el despegue de la integración centroamericana. Existía una administración pública razonablemente organizada y eficiente, así como entes autónomos funcionales. Se planificaron y ejecutaron proyectos racionales y adecuados a la realidad nacional.  Se exploraron nuevos campos como la hidroelectricidad y la geotermia. Había corrupción y favoritismo en algunos círculos de alto nivel pero había un buen grado de supervigilancia y rendición de cuentas en el aparato estatal. Se crearon instituciones profesionales como el INFONAC, el INCEI y se profesionalizó el BCN con departamentos que eran think tanks de primera clase donde trabajaron economistas extranjeros de gran nivel  quienes admiraron su organización y competencia.

Hasta la deliberadamente limitada reforma agraria del somocismo fue ejecutada adecuadamente por un eficaz Instituto Agrario Nacional IAN, apoyado por un Banco Nacional útil, con proyectos pilotos de alto rendimiento como los implementados en cooperación con Israel.  La mala distribución de la riqueza fue el principal defecto de la economía somocista. En este período fue cuando se sentaron las bases de la acumulación de capital de la mayor parte de los oligarcas de hoy. En este periodo acumularon millones.

El sandinismo tiene la oprobiosa «distinción» de haber destruido dos veces en cuarenta años la economía nacional desempeñando al país a la miseria más abyecta, a una deuda externa esclavizante  y al atraso inatrapable en relación a otras economías de la región que en otros tiempos iban por detrás.  Sin formación alguna, dogmáticos, completamente ignorantes del funcionamiento de la economía, soberbios y delirantes, el colapso de cualquier economía sandinista era un desastre anunciado.

<<El verdadero progenitor de la Contra no fue la GN, ni los EEUU, sino el irresponsable e incapaz tiranuelo narcisista «comandante» Wheelock, hoy flamante directivo del Nejapa Country Club en Kupia Kumi con sus antiguos «enemigos de clase», a quienes confiscó en su momento>>

Incapaces de formular políticas y proyectos concretos, se limitaron a copiar con igual torpeza que fanatismo recetas fallidas cubanas y guías esotéricas del CAME que ni siquiera entendían. 

Al politizarlos, destruyeron los entes estatales e instituciones eficaces pre-existentes. En admisión de incompetencia y falta de iniciativa total, plagiaron y presentaron como suyos proyectos elaborados por instituciones serias del somocismo como el INFONAC los cuales nunca lograron ejecutar. No hay imaginación ni creatividad ni visión en un régimen FSLN sin talento ni libertad. Todo lo que tocan lo pudren. Todo lo que ofrecen es falso. Pantallas de humo falaces como los ingenios azucareros gigantes, la generación de energía, las refinerías, el canal, el satélite, el puerto de aguas profundas y cuanto fraude se les ocurra por venir se  esfuman una tras otra. 

Sin embargo, no hay precedente tan  desastroso –(ni siquiera el desguace del INSS) –comparable a la destrucción del agro nacional por el escatológicamente inepto MIDINRA. El costo de la apocalíptica reforma agraria sandinista, mal concebida y peor puesta en caótica práctica, fue tan alto que hasta provocó el fin de su primer periodo ya que el origen de la guerra civil campesina de los 80s fue la reacción a la opresión sandinista en el campo. El verdadero progenitor de la Contra no fue la GN, ni los EEUU, sino el irresponsable e incapaz tiranuelo narcisista «comandante» Jaime Wheelock, por empujar al campesino a la miseria, el despojo,  la desesperacion y a las armas. Hoy, don Jaime es flamante directivo del Nejapa Country Club en Kupia Kumi con sus antiguos «enemigos de clase», a quienes confiscó en su momento. 

La gran «genialidad» del FSLN para reactivar la economía en su segunda fase fue la inmoral colusión con la oligarquía semi feudal, anti-patriótica, indigna, venal y sin escrúpulos que se unió alegremente a la dictadura asesina para eliminar la institucionalidad, entronizar la tiranía y saquear en complicidad e indiscriminadamente a Nicaragua con su criminal Modelo (al estilo del fascismo Musolinista) de alianza con la oligarquía financiera que se apropió del COSEP, anulando enteramente cualquier poder de decisión de los verdaderos empresarios, especialmente medianos y pequeños. El gran capital pasó así de “enemigo” ideológico y de clase a socio depredador. Si la oligarquía apátrida se hizo millonaria bajo el somocismo, bajo la protección mafiosa del sandinismo, en sociedad con el sandinismo, en repartición de poder con el sandinismo, se hizo milmillonaria.

Aspecto Político -Judicial:

<<La posibilidad de obtener justicia en un proceso no político era muy factible y hasta común.>>

En la Era somocista el margen de libertad personal era prácticamente ilimitada excepción hecha de individuos opuestos abiertamente al régimen, sobre todo armados. Aun los empresarios opositores gozaban de la habilidad de hacer negocios sin obstáculos. Banqueros, industriales, comerciantes dueños de supermercados, cafetaleros, terratenientes y ganaderos (incluidos miembros del Grupo de los Doce) no vieron sus negocios afectados ni confiscados.  

Se puede alegar que en el estado de derecho somocista se respetaban más las formas que el fondo, pero sí, este existía en un grado inimaginable en la tiranía que lo reemplazó. El somocismo estableció un estado de derecho de corte liberal clásico que por lo general respetaba. 

La Corte Suprema tenía una autonomía real y estaba compuesta de miembros respetados de la sociedad de gran competencia y no todos comprometidos con el régimen. Las cortes emitían sentencias ajustadas a derecho que ocasionalmente iban contra los intereses de miembros del régimen, ratificadas en cortes superiores sin represalias contra los jueces. Había, por supuesto, de todo, incluyendo las compras de jueces, tradición que continúa, exacerbada al  paroxismo hoy, pero, la posibilidad de obtener justicia en un proceso no político era muy factible y hasta común.

El Habeas Corpus se aplicaba, incluso en casos políticos.  El régimen tuvo en prisión y a su merced a la casi totalidad de los máximos cabecillas sandinistas, luego «comandantes de la revolución» quienes, de ser el régimen tan sanguinario como ellos mismos han sido, jamás hubieran sobrevivido. Guerrilleros sandinistas capturados con las manos en la masa pero con insuficiente evidencia fueron liberados por cortes inferiores somocistas. Así como hubo capitalistas opositores, también hubo notables abogados y bufetes opositores que litigaban y ganaban casos sonados frente a contrapartes somocistas. Inaudito e imposible hoy. 

Con el sandinismo ni existe ni es concebible un espacio de libertad personal. No son guiados por ningún código penal o civil civilizado porque para ellos, «la revolución, SU revolución, es fuente de derecho “. Ese pecado original de subordinar la justicia a sus elucubraciones políticas niega toda posibilidad de estado de derecho.  Ni los más incondicionales súbditos están exentos del temor de vigilar sus espaldas, ni de cuidar lo que dicen, cómo y a quién. Ni los empresarios cómplices están en completa libertad para nada que no sea despilfarrar y exhibir el dinero mal habido en sus guaridas privadas o en sus cada vez más prolongadas estadías fuera del país, lo que les da una sensación falsa de seguridad. Se engañan. Lo que hacen es empacharse de confites en el infierno.

No hay libertad, ni seguridad ni recursos legales ni garantía de integridad física  para la vida de nadie. Ya nadie está seguro. NADIE. La indefensión es total.

El sistema judicial está corrupto hasta la médula de arriba a abajo y sus sentencias son recompensas para sus lacayos y colaboradores o castigo para enemigos y sospechosos. El sistema judicial es un arma letal del sandinismo.

La demencia homicida de la tiranía sandinista es tal que la vida del más valioso de sus ciudadanos depende del capricho asesino del más bajo de sus esbirros y sicarios, escoria disfrazados de «policías» en la más completa e impunidad.

Es inconcebible hacer negocios honestamente. O se está con la tiranía como están los cómplices oligarcas y los favoritos del Consejo Superior de la Empresa Privada, COSEP, o se vive en la precariedad de estar sujetos a toda clase de impedimentos burocráticos, extorsión fiscal  o capricho arbitrario de ministerios e instituciones como la aduana usados como instrumentos represivos.

El sandinismo modificó las 3 P de Tacho I en, “Plata para nosotros y cómplices, Palo para el pueblo y Plomo para el que levante cabeza “.

Conversando con alguien quien fue una figura comprometida por idealismo con el primer periodo sandinista me decía que él, durante sus años de clandestinidad y durante la insurrección, tenía clarísimo que Somoza era el enemigo y que había que salir de él por el bien del país pero que nunca sintió por él,  el odio visceral, oscuro y profundo que le inspira la actual pareja de monstruos porque estos no solo representan el mal absoluto sino también porque traicionaron y se burlaron de todos aquellos que se sacrificaron. Sacrificados por un ideal utópico, una quimera que nunca existió. 

Hasta los excesos de ambos sistemas no tienen comparación. En la histórica masacre de los estudiantes en León, que se conmemora cada mes de Julio, el somocismo mató a 4 personas. No es justificar un acto semejante decir que es incomparablemente menos perverso que el genocidio y crueldad que ha demostrado el sandinismo, ni sus asesinatos indiscriminados de cientos de estudiantes, ni su genocidio de miles de campesinos.

Incluso en aspectos que se pueden considerar «frívolos» el contraste es total (“la comparación es odiosa”, como dice el pueblo nicaragüense). Cuando el Bóer (propiedad de un comerciante textilero judío) jugaba contra el 5 Estrellas (propiedad de Somoza) en el estadio nacional, no era una simple rivalidad deportiva, el Bóer encarnaba el sentimiento popular, el 5 Estrellas, la arrogancia del poder. Cuando miles rugían el «Viva el Bóer» en las gradas, el eco que resonaba era el de un  «Muera Somoza «. Somoza lo sabía.   La tradición “boerista” es otra cosa que el sandinismo corrompió y destruyó. Hoy el mítico Bóer es propiedad nada menos que de uno de los más corruptos  «comandantes» sandinistas. Es como imaginar a Saddam Hussein propietario de los Yankees de New York o a Pablo Iglesias robándose el Real Madrid. 

Podríamos continuar examinando contrastes casi al infinito (libertad de prensa, comunicaciones, militar y un largo etcétera) y escuchando objeciones y excepciones por y en contra de ambas satrapías pero para fines de este artículo hemos cubierto las más reveladoras y pertinentes.

<<Así nos va. Hasta que le pongamos fin. Nosotros, los verdaderos demócratas libertarios que aspiramos un futuro mejor y una patria libre para vivir en ella sin tener que morir por ella. Nosotros solos, porque nadie nos va a ayudar, menos aún la falsa y corrupta oposición oportunista ni la oligarquía criminal cómplice de la tiranía.>>

Ante todo lo anterior, concluimos que no, no estamos «igual que en» o «como en» el Somocismo. Estamos peor, mucho peor, bajo una tiranía putrefacta, fuera de toda comparación con cualquier otra no solo de Nicaragua sino de la América continental. Este engendro patológico esquizofrénico y sanguinario es de otra dimensión, de una dimensión de salvajismo, superstición, oscurantismo e irracionalidad. Si bien ambos terminaron siendo estructuras  familiares, el sandinismo está inspirado más en el esquema libio de Gaddafi & hijos o el de la dinastía Kim norcoreana.

A fin de cuentas, tal vez para simpleza de comprensión, podemos resumir toda la argumentación precedente a esto, al enfoque básico de los dos sistemas.

El Somocismo entendió con un realismo calculado  que mientras más gente mantuvieran satisfecha, o al menos conforme, menos gente habría que reprimir. 

El Sandinismo, en su endiosamiento totalitario, siempre indiferente al bienestar de la población (excepto por su círculo interno mientras le fuera útil) tiene un  enfoque contrario, mientras más miserables, más dependientes y a más descontentos, si mayor represión es necesaria, mayor represión se aplica.

Así nos va. Hasta que le pongamos fin. Nosotros, los verdaderos demócratas libertarios que aspiramos un futuro mejor y una patria libre para vivir en ella sin tener que morir por ella. Nosotros solos, porque nadie nos va a ayudar, menos aún la falsa y corrupta oposición oportunista ni la oligarquía criminal cómplice de la tiranía.

Carlos Quinto
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