Torturas y mal trato prolongados causan severos estragos en los presos políticos

<<Aunque incriminándose (saña extrema, brutalidad y crueldad), la dictadura los mostró para aterrorizar al pueblo.>>

La tortura está impresa de manera dramática y para siempre como con un fierro al rojo vivo en los cuerpos descalabrados de los veintisiete prisioneros políticos exhibidos por los medios de comunicación de la dictadura, cuando fueron llevados a una inusual “audiencia informativa” al Complejo Judicial de Managua el 30 y 31 de agosto y el 1 de septiembre.

Sus captores no pudieron ocultar el cruel y prolongado tormento al que han sometido a los presos de conciencia, porque es muy visible en sus rostros demacrados, en sus cuerpos forzados a enflaquecer, en su envejecimiento adelantado, en el sufrimiento anclado en sus miradas y en sus trastornos emocionales. ¿Por qué querrían los Ortega-Murillo ofrecer este sombrío desfile que los inculpa?

Dora María Téllez

Se ven muy deterioradas Dora María Téllez y Violeta Granera, más resentidas por las torturas debido a la edad. Muy debilitadas se vieron Maria del Socorro Oviedo y Suyén Barahona. Entre los hombres, Juan Lorenzo Holmann, Michael Healey, Félix Maradiaga, Irving Larios, Miguel Mendoza y José Antonio Peraza, son de los que se miraron más demacrados, delgados, pero se observaron más estragos en Juan Sebastián Chamorro.

Dejar en entredicho las denuncias de los familiares de malos tratos y torturas a sus seres queridos, no parece la razón de mostrar a los presos políticos, porque las huellas del suplicio de más de un año no pudieron esconderlas los torturadores, pese a sus ingentes esfuerzos para maquillarlas, porque antes de que los sacaran del complejo policial “Evaristo Vásquez”, los pusieron lo más bonito y presentables que pudieron. 

Torturados sistemáticamente por tiempo prolongado

El rostro de Lésther Alemán denota la fuerza de su juventud, que le ha permitido resistir en buena medida el cautiverio, aunque está delgado, pero mucho menos que los demás presos políticos. La edad también ha sido un muro de contención para Max Jerez, aunque ha disminuído de peso, por lo que la grasa subcutánea se le baja en los cachetes y tiene pliegues en el cuello. Ambos denotaron dignidad en la mirada. Los otros dos prisioneros políticos más jóvenes, Alex Hernández y Yáder Parajón, están peor que los primeros, muy delgados y blanquecinos. Yáder ha perdido cabello y ya no se le mira una papada que tenía en el cuello. Miraba al juez con orgullo, mientras que Alex parecía afligido.

Estos prisioneros son los conejillos de indias de torturas que no son nuevas, pero que se las aplican de un modo metódico y sistemático y por tiempo prolongado, como interrogatorios diarios, exposición de modo permanente a la luz o a la oscuridad, cantidad y calidad mínima de alimentos, aislamiento total a algunos, y a todos prohibición de hablar, escribir y leer y de todo contacto con el exterior, excepto con uno o dos familiares cada cuarenta días, y limitada y deficiente atención médica.

José Antonio Peraza

José Antonio Peraza tiene una mirada desafiante mezclada con tristeza. Está demasiado delgado y empalidecido, lo que es muy notorio en su rostro enjuto y su cuello alargado. Félix Maradiaga era corpulento y gordito, pero ahora está enflaquecido, desvaído, caídos los cachetes y con pliegues hacia abajo que inician en la comisura de los labios, llamados líneas de marioneta, que denotan mucha pérdida de grasa subcutánea, razón también por la que presenta un cuello alargado. Desapareció su grueso estómago. Pese a todo esboza una actitud tranquila con una mirada de altivez.

Félix Maradiaga

La eficacia de estos métodos de tortura fue dramáticamente probada con Hugo Torres, muerto a consecuencia de estos brutales procedimientos carcelarios. Esto es parte de un esquema diferente del tradicional con base en la fuerza bruta: golpizas en todo el cuerpo, extracción de uñas, aplicación del chuzo eléctrico, inmersión en el agua, quemaduras en la piel con colillas de cigarrillos, aporreamiento de testículos, etcétera.

¿Para qué los mostró la dictadura?

Los campesinos Pedro Mena, Medardo Mairena y Freddy Navas, están demasiado delgados y descoloridos, sobre todo los dos primeros. Mena tenía una mirada de enojo y firmeza. Navas está menos flaco, pero envejecido y tiene el cabello cano. Su mirada, y la de Mairena, eran de aflicción. Este se encuentra exprimido y también parece haber cumplido muchos años en los últimos doce meses.

Medardo Mairena

Si los prisioneros políticos están tan extremadamente delgados y demacrados que es imposible ocultarlo, el propósito del régimen al mostrarlos en público no podía ser salirle al paso a las denuncias de torturas. Entonces ¿por qué los presentaron? Si “la exhibición” no fue para la opinión pública nacional e internacional, entonces ¿para quién fue? 

Irving Larios

Irving Larios está extremadamente enflaquecido y macilento, se le ha caído el pelo, presenta pliegues en el cuello por la delgadez, se le miró una caída de la piel de los cachetes, sin embargo, le ofreció al juez una mirada altiva. Debido a la pérdida de grasa subcutánea se le cayeron los cachetes y tiene el cuello alargado. 

A los Ortega-Murillo no les interesa simular respeto a la justicia, porque ya transgredieron la ley de mil maneras, así que mostrar a los presos de conciencia no podía ser para que un juez les comunicara que sus recursos de casación serán respondidos por los magistrados de la Corte Suprema. ¿Desde cuándo les importa la legalidad? Esta fue la fachada para exhibir a los presos de conciencia, ¿y el objetivo?

Exhibición de prisioneros en tan mal estado fue una autoincriminación

Miguel Mendoza es uno de los prisioneros políticos más maltratados por las torturas a las que lo han sometido sus carceleros. Está tan demacrado que hasta los labios se le miraron pronunciados en el rostro estrujado. Lo hicieron perder por completo su cuerpo rellenito. La camisa azul de presidiario le caía flojamente sobre su estómago notablemente achicado. Su mirada era desafiante y al mismo tiempo cargada de tristeza.

Miguel Mendoza

Los Ortega-Murillo pueden estar jugando en un escenario mucho más amplio que no conocemos, porque mostrar en público fotos y videos de los presos políticos ha significado para ellos exhibir su crueldad, su ilimitada capacidad de hacer daño a quienes tienen en cautiverio por pensar diferente. El desfile de personas tan disminuidas en sus atributos físicos y emocionales fue una autoincriminación.

Suyén Barahona

Dora María Téllez, Suyén Barahona y Tamara Dávila, se veían enflaquecidas y bastante pálidas, también Ana Margarita Vijil, aunque menos. La “Dos” es la más afectada por el prolongado encierro, maltratos y torturas, y por sus sesentinueve años de edad. Tiene el pelo completamente encanecido y ha envejecido en la cárcel. Su mirada al juez fue directa, pero con una profunda carga de tristeza, como Suyén, quien parecía haber sido fuertemente maltratada. Tamara Dávila miraba de una manera firme y desafiante, pese a que sus guardianes se han ensañadp con ella. Ana Margarita esbozó una tenue sonrisa y vio al juez con desparpajo.

A todos los presos de conciencia el régimen les está causando severos daños sicológicos como efecto de los métodos de tortura que les aplican, sobre todo por el aislamiento, y daños físicos como el agravamiento de enfermedades crónicas, así como migraña, diarrea, debilidad, temblores, sensación de frío, fatigas, palpitaciones cardíacas, sudoración excesiva y repentina, deterioro de la vista, poco apetito, pérdida de peso, etc. Algunos han sufrido depresión, apatía, letargo, alucinaciones, paranoia, ataques de pánico, etc.

Régimen se proyectó como gente sin escrúpulos, brutales y casi inhumanas

Violeta Granera tiene setenta años y enfermedades crónicas que podrían complicarle gravemente su salud, pues está muy vulnerable por su estado de debilidad debido a la disminución de peso, por lo cual tiene pliegues en el cuello, que se le miraba alargado. Se le han caído los cachetes por la pérdida de grasa subcutánea, al igual que a María del Socorro Oviedo, muy delgada y pálida, y con el cuello elongado. Esta tenía una mirada triste combinada con una actitud de dignidad, igual Granera.

María del Socorro Oviedo

Debió tener poderosas razones la dictadura para exhibir a los prisioneros políticos debido a que con esta acción se autoinfligió daños severos en su maltrecha imagen, porque ellos mismos reforzaron en el país y el exterior su proyección 

Juan Lorenzo Holmann

En una fotografía de cuerpo entero, Juan Lorenzo Holmann pareciera un moderno Quijote de la Mancha, por su figura alargada que está mucho más enflaquecida y exangüe. Su rostro cuadrado estaba estirado de arriba hacia abajo, horizontalizado. Expresaba firmeza en la mirada pese a sus dolencias. Michael Healey se miraba severamente golpeado, desvaído, con extrema delgadez, la grasa subcutánea de sus cachetes y papada las ha consumido su cuerpo ante el hambre por la que ha pasado. Está notablemente envejecido y su mirada era de aflicción.

Michael Healey

Descarto que el desfile de presos de conciencia haya sido por torpeza de El Carmen, así que una posibilidad es que decidieran asumir el elevado costo de presentarlos tan mal como están, con el propósito de aterrorizar al pueblo al mostrarle mujeres y hombres arruinados por la mano siniestra de los carceleros. Viendo esas imágenes deplorables, nadie quiere exponerse a ser reo político. 

Algunos prisioneros dan la impresión de ser “muertos vivientes”

El prisionero Miguel Mora está delgado, en su rostro se apreció una caída de la piel y pliegues en el cuello que delataron pérdida de grasa. Una naciente línea de marioneta –como le llaman los especialistas máxilo faciales– se evidenció en los surcos de la comisura de sus labios, lo cual es signo de envejecimiento. Estas líneas, más los pómulos caídos, también son efectos de la tristeza. Róger Reyes ha perdido muchísimo peso, se miró muy pálido, canoso y afligido. Luis Rivas Anduray tiene el cabello corto, está sin barba y sin bigote, pelón, muy delgado y anémico, y con una mirada impregnada de tristeza. 

Al observar fotografías de los presos políticos no he podido evitar un pensamiento terrible: algunos parecen “muertos vivientes”. No exagero, porque varios están tan afectados física y emocionalmente, que sus enfermedades crónicas se ciernen sobre ellos como serias amenazas que los pueden hacer colapsar en cualquier momento. 

En Walter Gómez observé una pérdida de peso notable y un rostro de sufrimiento. Ha envejecido, se le ha caído el pelo y está mucho más canoso que cuando ingresó a la cárcel hace más de un año. Marco Antonio Fletes también presentó mucha disminución de peso, empalidecimiento, y ha perdido cabello. Ambos miraban al juez con firmeza, quizás por enojo o dignidad. 

A raíz de la muerte de Hugo Torres, la dictadura ha tomado la precaución de darles casa por cárcel a los presos de conciencia que estaban en peores condiciones de salud, pero varios de los forzados participantes en esos desfiles grotescos, evidencian tan mala situación física que es obvio que están expuestos a desenlaces fatales que no desea la mayor parte del pueblo de Nicaragua. y mucho menos sus familiares.  

¿Cuánto más podrán resistir?

Álvaro Vargas está delgado, pero no tanto como la mayoría de sus compañeros, lucía  descolorido, con menos cabello y tenía una mirada de orgullo. Pedro Vásquez tampoco parece haber perdido muchas libras, pero daba la impresión de que su rostro estuviera inflamado. Desapareció la papada que tenía y se le miraban pliegues en el cuello que indican disminución de peso. Entre sus párpados caídos su mirada era de fortaleza.  

Las fotografías de los presos políticos muestran que la aplicación sistemática de malos tratos y tortura en “El Nuevo Chipote” ha sido devastadora. ¿Cuánto más podrán resistir? Por más de un año han estado sometidos a sufrimientos físicos y mentales para intimidarlos, castigarlos, anularles su personalidad y disminuirles su capacidad física y emocional. Y es claro que les quedarán graves secuelas para toda la vida.

Juan Sebastián Chamorro

Del hombre alto, fuerte como un ropero de caoba, rostro relleno y una pequeñita barriga, conocido como Juan Sebastián Chamorro, no queda nada, porque esa persona fue estrujada y consumida por las torturas físicas y sicológicas a que ha estado sometida a diario durante más de un año en la cárcel de “El Nuevo Chipote”. Ahora las firmes y sólidas extremidades inferiores de Chamorro parecen flacas patitas de pollo dentro del flojo uniforme azul del presidio. La camisa le cae perpendicular desde los hombros hasta debajo de la cintura, pues fueron borrados su ancho pecho y estómago resaltado, y sus fuertes brazos ahora son delgaditos, terminados en dos manos huesudas con alargados dedos nudosos extremadamente delgados. 

Sin embargo, Juan Sebastián dibujó en su boca un amago de sonrisa ante las cámaras de los medios oficialistas, como una demostración de fuerza de voluntad, de tenacidad ante la adversidad a que lo somete la dictadura, pero de ese rostro desaparecieron los cachetes, porque su organismo privado de alimentación suficiente, ha consumido la grasa subcutánea, razón por la cual su cuello mostraba pliegues y estiramiento.

El mensaje: no rendirse

Los presos políticos no fueron marionetas de la dictadura en esas tales audiencias informativas, porque, al mismo tiempo que mostraron los efectos del calvario al que han sido sometidos, llevaron un mensaje a sus familiares y al pueblo de Nicaragua: el de no doblegarse aun en las peores adversidades. 

Si el propósito de la dictadura era dar “una prueba de vida”, es cierto, están vivos, aunque en muy mal estado, pero eso ya lo sabían los familiares que los han visitado, así que estas señales pudieron tener otras audiencias y otros fines; si su objetivo era aterrorizar al pueblo, lo consiguieron con gran eficacia, pues lo visto ha espantado a la población, aunque también los presos políticos le han dado esperanza. Pero al mismo tiempo, los Ortega Murillo se han incriminado gravemente.

José Mario García
+ posts

 Nicaragüense con Master en Ciencias Políticas de la Universidad de Malmó, Suecia.

José Mario García

 Nicaragüense con Master en Ciencias Políticas de la Universidad de Malmó, Suecia.